por | Ago 20, 2022 | Entrevistas

José Luis Carballo creó una nueva forma de tocar cumbia, y ahora, puede gozar del respeto que no siempre tuvo

El próximo domingo 21 de agosto, José Luis Carballo será la figura central del segmento “Homenaje a la cumbia peruana” incluido en la primera edición del Peruvian Fest Chim Pum Callao LA 2022, que se realizará en LA Plaza de Cultura y Artes. En este caso, como ha venido sucediendo en los últimos años, tendrá la oportunidad de lucir sus habilidades en la interpretación de una variante del género que no es solo muy específica, sino que lo tiene además entre sus exponentes más emblemáticos.

Acompañado por otros siete músicos, entre los que destacará Gino Gamboa, otro inmigrante peruano de amplio reconocimiento internacional debido a sus talentos en la percusión afroperuana y en la fabricación de cajones, el legendario guitarrista presentará en el escenario temas tan emblemáticos como “Cariñito”, “Ven mi amor”, “Elsa” y “El arbolito”, entre otros.

Pero Carballo, que actualmente es celebrado en el mundo entero por haber sido el fundador de La Nueva Crema, la mítica agrupación de ‘chicha’ que dio a conocer a “Chacalón” -uno de los mayores ídolos de la música popular peruana-, no ha tenido siempre la misma suerte. Cuando decidió mudarse a Los Ángeles, en 1990, sabía que las cosas no iban a ser fáciles por aquí, pese a que tenía un hermano mayor y algunos amigos que habían emigrado años atrás a las mismas tierras.

Además, en ese momento, no se habían levantado todavía los prejuicios contra la ‘chicha’, una variación de la cumbia que se gestó en los sectores populares de la capital peruana y que tardó mucho en ser aceptada por las clases pudientes del país, las mismas que empezaron a cambiar de opinión bajo el influjo de la admiración demostrada por amantes de la música de diferentes latitudes desde inicios de los 2000.

Carballo dejó su patria por razones de peso. Desde 1985 hasta su salida, fue integrante de la banda de la Guardia Republicana, por lo que, en cierto momento, tuvo que llevar un uniforme policial que en esos días era prácticamente un llamado a la muerte debido a los ataques constantes del grupo terrorista Sendero Luminoso contra las autoridades.

“Tres de mis compañeros de promoción fueron asesinados: uno caminando, baleado en la cabeza por una señora que iba detrás con un niñito y que de pronto sacó una pistola de la bolsa que llevaba; otro, que era chofer, iba en un camión de la Republicana que ‘volaron’; y uno más fue asesinado en [la ciudad de] Ayacucho”, recordó el experimentado músico durante la entrevista que le ofreció a Los Angeles Times en Español al interior del pequeño estudio de grabación que tiene en la ciudad de Huntington Park, al lado de su actual residencia.

En ese momento, Carballo -que no se quita nunca los lentes negros que lo distinguen, ni siquiera para las fotos- era dueño de unos modernos equipos de sonido que alquilaba para los eventos musicales organizados por los generales de su institución, lo que le daba un nivel de vida respetable en un país donde los índices de pobreza siguen siendo alarmantes. Pero su familia estaba profundamente preocupada por los hechos de sangre que llenaban día a día los titulares periodísticos, y eso terminó dándole la convicción que necesitaba.

Como era de esperarse, la adaptación al nuevo entorno fue complicada, e inicialmente, tampoco pudo hacer la música que lo había distinguido a lo largo de tantos años. “Tuve que ponerme el sombrero, el cinturón y las botas”, nos dijo de manera elocuente. “Tuve que familiarizarme con la ‘quebradita’, la música de Los Bukis y la de Bronco. Y hasta aprendí a tocar el bajo sexto, que tiene una afinación diferente a la guitarra”.

En cierto momento, tras responder un anuncio de El Clasificado -el popular semanario gratuito de negocios y empleos en español que se distribuye todavía en el Sur de California-, Carballo se integró a una agrupación cumbiera de salvadoreños, quienes quedaron sorprendidos al verlo interpretar un solo; y en medio de esas colaboraciones, tuvo la oportunidad de informar a los músicos que lo contrataban que muchas de las composiciones que ellos adjudicaban a artistas no peruanos habían surgido en su país, como es el caso de “La colegiala”, que fue escrita por el limeño Walter León Aguilar, pero se convirtió en un ‘hit’ internacional en la voz del colombiano Rodolfo Aicardi.

“Finalmente, llegó la hora de demostrar que yo también podía hacer mis canciones; y fue entonces cuando me llamaron los ‘gringos’ por medio de mis páginas de internet”, comentó el guitarrista, en referencia a Olivier Conan, el francés-estadounidense que lidera la agrupación neoyorquina Chicha Libre y que ha lanzado dos populares compilaciones de cumbia peruana (“The Roots of Chicha” y “The Roots of Chicha 2”); a Money Chicha, un combo cumbiero de Austin conformado por integrantes del Grupo Fantasma y Brownout; y a La Chamba, una banda básicamente mexicoamericana de Los Ángeles cuya principal fuente de inspiración es la misma cumbia peruana.

Carballo, que vive de manera decente, pero sin lujos, obtiene los fondos que necesita participando en grabaciones de otros músicos, haciendo talleres, ofreciendo conciertos y produciendo su propio material. Durante la etapa más fuerte de la pandemia del Covid-19, cuando era imposible presentarse en vivo, se dedicó a revisar sus generosos archivos digitales para darle forma a 14 canciones nuevas que ha estado lanzando en estos días, como es el caso de “Ojos chinitos”, que cuenta actualmente con un video grabado en Puebla, México, y que aparece adjudicada en su canal oficial de YouTube a Joe Luca Band (una adaptación anglosajona de su propio nombre).

También tiene entre manos un proyecto muy especial, dedicado a grabar versiones ‘chicheras’ de canciones inmortalizadas por Elvis Presley que serán interpretadas en su inglés original por el vocalista Carlos ‘El Greco’. “No sé si eso podrá entrar en el mercado peruano, pero se trata sin duda de algo muy novedoso que puede ‘pegar’ internacionalmente, porque el sonido de nuestra cumbia tiene ahora alcance universal”, aseguró nuestro entrevistado.

“Siempre he tenido la idea de hacer algo distinto, que haga avanzar al género. Hace 15 años, decidí volver a grabar las cumbias antiguas, pero con una sección de metales. Y eso fue diferente, porque actualmente, en la salsa peruana todo es copia; no hay innovación, y no pasa nada con las composiciones inéditas”, enfatizó.

Extracto del Artículo publicado en Los Angeles Times por Sergio Burstein.

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